Santa Angela de la Cruz, leyendas de Sevilla.
Su Historia
Hablar de las Hermanas de la Cruz implica necesariamente referirse a María de los Ángeles Martina de la Santísima Trinidad Guerrero González o, lo que es lo mismo, santa Ángela de la Cruz, cariñosamente conocida por los sevillanos como “Madre Angelita”.
Nació en Sevilla el 30 de enero de 1.846, en la plaza de Santa Lucía, número 5, casa que en la actualidad forma parte del patrimonio del Instituto. Fue bautizada el 2 de febrero de ese mismo año en la cercana iglesia de santa Lucía, desacralizada durante La Gloriosa, que tuvo diversos usos, siendo actualmente la sede de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco.
Sus padres trabajaban al servicio del convento de los frailes de la Trinidad, él como cocinero, y ella como lavandera y costurera, oficios con los que mantenían a sus catorce hijos, de los que tan solo seis alcanzaron la edad adulta. Tuvo una instrucción escolar escasa, trabajando desde los doce hasta los veintinueve años en el taller de fabricación de calzado Maldonado.
Repartía su tiempo entre el trabajo, los rezos en santa Lucía y las visitas a hogares pobres, en los que echaba una mano, sobre todo durante la epidemia de viruela que en el año 1.865 asoló la ciudad.
A los dieciséis conoció al padre José Torres Padilla, un sacerdote nacido en Canarias y afincado en Sevilla con fama de santidad, al que se llamaba popularmente El santero de Sevilla, pues fue director espiritual y confesor de varias monjas de especiales virtudes, como la dominica sor Bárbara de Santo Domingo (La Hija de la Giralda, de quien hablamos en la visita al convento de Madre de Dios), la mercedaria sor María Florencia Trinidad (Madre Sacramento), a la que le aparecían estigmas y tenía visiones de la Pasión de Jesucristo, y sor Ángela de la Cruz.
Con la Madre Angelita colaboró en la fundación de la congregación del Santo Instituto de las Hermanas de la Cruz, del que fue director espiritual.
Santa Ángela intentó profesar como monja, Pero no pudo conseguirlo ni en las Carmelitas Descalzas, donde no fue admitida, ni con la Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, donde sí pudo ingresar, aunque tuvo que abandonar por motivos de salud.
En 1.873
Con permiso del padre Torres, formula votos perpetuos. En 1.875 con tres compañeras, Juana María Castro, Juana Magadán y Josefa de la Peña pone en marcha la congregación. Con el dinero de Josefa Peña alquilan su «convento», que no era más que un cuarto con derecho a cocina en la casa número trece de la calle San Luis en Sevilla, desde donde asisten a los necesitados tanto de día como de noche. Posteriormente se trasladan al número ocho de la calle Hombre de Piedra, también en Sevilla; ya tienen cierta fama en los ambientes religiosos y entre los necesitados y sus compañeras comienzan a llamarla «Madre».
En pocos años, el Instituto ha crecido de tal manera que no caben en la calle Cervantes y surge la oportunidad de adquirir la residencia de marqués de san Gil, en la antigua calle Alcázares. De nuevo con ayuda del arzobispado y de donantes compran la casa, que es la que cobija actualmente a la comunidad.
En 1.893
La Madre Angelita acude en peregrinación a Roma, siendo recibida por León XIII, que concede el permiso para la aprobación de la compañía. A partir de ahí, la congregación inicia gran número de fundaciones, que llega hasta nuestros días, con más de cincuenta conventos y unas mil hermanas, repartidas por España, Argentina e Italia.
Fallece el 2 de marzo de 1.932
Como consecuencia de una embolia cerebral. Su muerte causó hondo pesar en todos los estratos sociales, hasta el punto que tan solo dos días después el Ayuntamiento republicano de la ciudad de Sevilla, decidió por una unanimidad que constase en acta el sentimiento de la Corporación por la muerte de la religiosa y decidió se rotulase con su nombre la hasta entonces llamada calle Alcázares, donde estaba y continúa el convento, pasando a denominarse con el antiguo nombre la calle que comunica la plaza de la Encarnación con la actual calle Santa Ángela de la Cruz. Quisiera remarcar la importancia de esta decisión, teniendo en cuenta las ideas anticlericales imperantes en la época.
El papa Juan Pablo II la beatificó el cinco de noviembre de 1.982. El veinte de diciembre de 2.002, la Iglesia reconoció oficialmente su santidad, al aprobar el milagro que le había sido atribuido, la curación, científicamente inexplicada, de un niño que sufría una obstrucción de la arteria central de la retina del ojo derecho y recuperó repentinamente la visión. Fue canonizada por Juan Pablo II el 4 de mayo de 2.003 en la madrileña plaza de Colón, con el nombre de Santa Ángela de la Cruz.

¿Conoces la historia de la Giralda de Sevilla?
Arranca sobre una cimentación de 3,60 metros, muy poco más amplia que la propia torre, y que constituye la única cimentación del edificio, según los estudios arqueológicos, una gruesa capa de argamasa y una simple mejora del terreno, en el que quedaron incluidos los restos de anteriores construcciones musulmanas de la zona.